Hip-Hop y Posconflicto en Colombia
Juan David Luján Villar
Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Grupo de Investigación Literatura, Educación y Comunicación (LEC)
lujanvillar@gmail.com
Existen temas centrales dentro del posconflicto; la restitución, la reparación, la utilización de políticas que los promuevan y la reconciliación permanente entre las partes, pero además existe la posición de la ciudadanía en general y dentro de ésta, la juventud como parte fundamental del futuro y la permanencia de una paz positiva real, sin el conflicto social establecido en Colombia hace más de cincuenta años. En este sentido, existe la necesidad actual de considerar aspectos estéticos de las sociedades juveniles latinoamericanas para concretar, repensar y llevar a cabo las posibilidades dialógicas del posconflicto, por ejemplo, la cultura hip-hop debido a su importancia mundial y trascendencia cultural, ya que aunque es un fenómeno de tipo global también se encuentra desde hace más de veinticinco años en pleno furor en Colombia (Tickner, 2008: 130; Dennis, 2006).
Una actitud, provista de lucidez, comunicación y expresividad
Con el fin de articular el tejido social y elaborar consideraciones que incentiven propuestas de empatía y asertividad respecto a las dinámicas del conflicto, sus víctimas, actores y consecuencias la música y específicamente el hip-hop podrían mediar en la consideración y defensa de una perspectiva realista sobre la posibilidad de una vida social noviolenta. Tal perspectiva implica incluir la voz de los jóvenes marginados de sectores populares de nuestra sociedad además, del grueso de artistas que desarrollan perspectivas en estos contextos. Identificar los discursos que acompañan la vida moral y política (actitudes) de estos ciudadanos y comprender sus posicionamientos filosóficos, propuestas de vida y mecanismos de expresividad implicaría acercarnos a las formas de justificación de los ciclos de la violencia (Chaux, 2012: 44), de la paz como trasfondo noviolento y de posibles perspectivas de cooperación comunitaria desarrolladas en entornos barriales.
Asertividad y empatía dentro de la imaginación narrativa
La imaginación narrativa (Nussbaum, 2010: 132) y su pensamiento (Bruner, 2010) son necesarios dentro de los esquemas estético-creativos de imaginación a salidas noviolentas de conflictos tan profundos como los de la guerra de nuestro país. Encontramos, que este tipo de pensamiento, nos remite a las formas donde podemos elaborar aptitudes como la empatía (aspecto emocional) y la asertividad (aspecto cognitivo). La primera, sitúa las formas cómo podemos conocer las situaciones de los demás con el fin de ser capaces de comprender en profundidad sus sentimientos a plenitud, lo cual implica una actitud de alteridad personificada. La segunda, hace referencia a la capacidad que tienen las personas de poder expresar sus ideas en un plano dialógico sin hacer daño a quienes la rodean, es decir, sin someterse pasivamente a sufrir perjuicios, pero tampoco a pasar por encima de sus interlocutores mediante las distintas formas de violencia (Chaux, 2012: 71-77).
Sin duda estos aspectos, conllevan a que las personas asuman posiciones en las negociaciones y diálogos de los conflictos, lo cual además de ser actitudes relacionales puede convertirse en aptitudes psicosociales, debido a que el manejo y resolución consciente de aspectos conflictuales permiten controlar situaciones difíciles como las que tenemos que vivir día a día, entre ellas el conflicto armado y sus secuelas. Como se aprecia, es posible que las posiciones de nuestra propia regulación vital –que incluye a los demás– creen una práctica reflexiva la cual contiene el manejo adecuado de nuestras emociones y la resolución de problemáticas culturales mediante el lenguaje–en nuestro caso–, vinculando la música en tanto generador y transmisor de emociones, lo cual complementa nuestro pensamiento intencional imaginativo-narrativo.
La urgencia del cese al fuego
En esta etapa de negociaciones y procesos de resolución del conflicto armado entre las partes vinculadas en Colombia, quedan pocas dudas de los beneficios que traería el cese al fuego definitivo: “Con conflicto armado, el PIB departamental se duplica cada 18,5 años, y sin conflicto armado, se duplicaría en 8,5 años. Colombia ganaría una década de crecimiento” (Arias et al. 2014). Eso por un lado. Por el otro: “El conflicto armado genera altos costos para la sociedad a través de una reducción en la producción agrícola y manufacturera, una caída en la inversión extranjera y un deterioro de la salud física y mental de la población” (Arias et al. 2014). Además de semejantes argumentos, urge el cese al fuego si consideramos que:
Colombia parece ser uno de los países más desigualitarios registrados en la World Top Incomes Database: la participación del percentil superior se situaba en torno a 20% del ingreso nacional durante los años 1990-2010, sin una tendencia clara (…). Se trata de un nivel de desigualdad aún más elevado que el alcanzado por los Estados Unidos en 2000-2010, por lo menos si se excluyen las plusvalías: al incluirlas, los Estados Unidos superaron ligeramente a Colombia a lo largo de los últimos diez años (Piketty, 2014).
Hip-hop como excusa para reanimar la imaginación
Es falso que los jóvenes en la actualidad solo quieran divertirse (en términos psicoanalíticos sean maquinas elaboradoras de placer para el gozo). Idealizarlos como sujetos de divertimento maquínico, es igual a pensar en ellos como autómatas resultado de una diversión desinhibida y productos semejantes al triunfo de la desinformación. Aunque la difundida imagen del ocio abarque la mayor parte del panorama juvenil, la misma realidad diferentes momentos de la cotidianidad juvenil obliga considerar la necesidad salir de la desgastada lógica de la neutralidad conflictual (no sé, no me importa, no es mi asunto) que existe alrededor de los conflictos de nuestras sociedades latinoamericanas. Tanto niños como jóvenes, escapan de muchas formas de la simplificación de la vida y sus mecanismos de participación ciudadana habituales, de ahí que la necesidad de una proyección estética diversa de participación sea considerada de manera constante, y no solo sea tergiversada por la industria del divertimento globalizado, como es usual en nuestro tiempo.
La música con su carácter liberador antirrepresivo, y en especial el hip-hop y su representación deliberativa, son parte de algunos vínculos comunitarios en Colombia. Como vemos en la figura 1, el proceso del hip-hop incluye diversas formas de elaboración y de espacios de socialización. Reconocemos en el hip-hop un enorme potencial, es decir lo asumimos como una práctica valiosa debido a su evidente vinculación con la realidad mayormente juvenil de nuestro país. Por esta razón: “La elasticidad simbólica del mundo social (Bourdieu)” (Wacquant, 2005: 20) permite que formas culturales como el hip-hop se pregunten por la dominación, la subordinación, la vulneración de derechos, pero también por las formas de conseguir justicia social y diálogos interculturales en situaciones de búsquedas pacíficas.
El carácter público y justificador de posicionamientos subjetivos del hip-hop en tanto practica social, implica establecer cooperación, lo cual da sentido a los lugares donde habitan estas canciones (Salcedo, 2010: 20). Con frecuencia, sus escenificaciones poseen lugares de participación activa, un compromiso ideológico con el buen vivir, formas deliberativas constantes de distintas identidades étnico-raciales y una popularidad relevante en el ambiente citadino de las urbes latinoamericanas; “a través de la puesta en escena de líricas desgarradoras, y este es el caso de los jóvenes colombianos que piensan que hacer música es precisamente un asunto de mostrar las rupturas del establecimiento desde las rupturas de la subjetividad” (Salcedo, 2010: 27).
Ahí vamos…
La lógica del posconflicto debe ser incluyente, y por ende parte de una democracia popular generadora de una óptica participativa dentro de la desgastada democracia multipartidista. Se hace necesario recuperar los espacios de dialogo cultural, los anhelos de libertad, igualdad y respeto. Debo decirlo en primer apersona, temo a un posconflicto tecnocrático como de costumbre presentan las democracias occidentales y sus sobre-énfasis económicos. Es decir, debemos procurar establecer la oportunidad de un posconflicto como práctica democrática dialógica. Las expectativas de los jóvenes en general son muchas y algunos en tanto sujetos políticos (activos/pasivos), poseen diversas inclinaciones. Así conciencia, voluntad (Marx) y representación (Schopenhauer) se encuentran inmersas en una red de relaciones (Wacquant, 2005: 15) y deberes ciudadanos que se nos imponen como compromiso ético y moral para con nuestra sociedad.
En el espacio del posconflicto y su fase de proyección, debe nacer la reflexión sobre aspectos como la violencia sociosimbólica (exclusión), factores estéticamente desinhibidores de formular la opinión y participación juvenil, procurar acabar con la desidia ciudadana e inexpresiva de autosilenciar sus ideas, no solo realizando cambios, sino además, reformas en torno a la formas de comunicación, donde el potencial emancipatorio de propuestas artísticas como el hip-hop, viabilice tal sociedad imaginada participativamente incluyente.
Este artículo se origina en el proyecto de investigación Formas de producción sociocultural de la población afrojuvenil en la ciudad de Cali: El caso del rap caleño en la década del noventa, apoyado económicamente por el Centro de Investigaciones y Desarrollo Científico de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas código 4-57-464-14, dirigido por la Dr. Mirian Borja y parte de mi disertación para optar por el título de Magíster en Investigación Social Interdisciplinaria.
Bibliografía
Arias, María Alejandra, Camacho, Adriana, Ibáñez, Ana María, Mejía, Daniel, Rodríguez, Catherine. (2014). Costos económicos y sociales del conflicto en Colombia: ¿cómo construir un posconflicto sostenible? Notas de Política, (17). Recuperado de https://egob.uniandes.edu.co/images/books/pdf/nota17.pdf [Consultado en marzo 13 de 2015]
Bruner, Jerome. (2010). Realidad mental y mundos posibles. Barcelona: Gedisa.
Chaux, Enrique. (2012). Educación, convivencia y agresión escolar. Bogotá: Uniandes-Taurus.
Dennis, Christopher C. (2006). Afro-Colombian Hip-Hop: Globalization, Popular Music and Ethnic Identities. (Tesis de doctorado en filosofía) Ohio, Ohio State University.
Newman, Michael. (2001). I Represent Me”: Identity Construction in a Teenage Rap Crew. Texas Linguistic Forum 44 (2): 388-400.
Nussbaum, Martha C. (2010). Sin fines de lucro. Porqué la democracia necesita de las humanidades. Buenos Aires: Katz.
Piketty, Thomas. (2014). El capital en el siglo XXI. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica. Primera edición electrónica.
Salcedo, María Teresa. (2010). Sonidos y heteroglosas de la transgresión en Colombia: inversiones rituales en la cultura hip-hop y la música electrónica. Quaderns-E, 15 (2): 20-33.
Tickner, Arlene B. (2008). Aquí en el Ghetto: Hip-hop in Colombia, Cuba, and Mexico. Latin America Politics and Society, 50 (3): 121-146.
Wacquant, Loïc. (2005). Prefacio. Poder simbólico y práctica democrática. En Wacquant, Loïc. (Coord.). (2005). El misterio del ministerio. Pierre Bourdieu y la política democrática. Barcelona: Gedisa.